En la soledad, aquella que me acompaño desde que tu te marchaste, me aconsejaba que hacer, y pensaba, en tenerte aquí para asesinarte de manera sutil, por que creía que si no estabas a mi lado no lo estarías con nadie mas, privarte de la vida, sentarte a mi lado en una mesa elegante, con un mantel de organza, y unas copas, llenas de un buen vino tinto, platicar con tu cuerpo, encontrarme con tu alma, y finalmente, morir a tu lado.
Hoy te vi, te tuve cerca, y vi nuevamente esos ojos, y sentí realmente que la soledad se fue, nunca estaría mas feliz, y cuando metí la mano a mi pantalón y sentí aquel revolvér, y en la bolsa de mi chaqueta aquellas pastillas letales, supe que todo fué
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